La Txalaparta es una conversación.
Un canto a dos voces.
Una carrera con cambios de ritmo.
Es jugar al escondite.
Es orden y es caos.
Es estructura e improvisación.
Es trabajo, es música y es celebración.
Es comunicación y emoción.
Es solemnidad y raíces.
Es el bosque hecho música.
Es ritmo.
Es vibración.
Es latido.
Cierra los ojos y escucha.
Ttan.
Ttakun.
Txalaparta elklarrizketa bat da.
Bi ahotsetarako kantua.
Erritmo aldaketak dituen lasterketa.
Izkutaketetara jolastea.
Ordena eta kaosa.
Estruktura eta Inprobisazioa.
Lana, musika eta ospakizuna.
Komunikazioa eta emozioa.
Handitasuna eta sustraía.
Basoa musika bihurtua.
Erritmoa.
Bibrazioa.
Taupada.
Itxi begiak eta entzun.
Ttan.
Ttakun.
El sonido de la txalaparta se pierde en la noche de los tiempos. Es un sonido atávico, ancestral, primario.

Madera contra madera. Fluido como un río, rítmico como el galope del caballo.

Cuentan las crónicas que los romanos oían sonidos de maderas golpeando en los bosques y encontraban los caseríos vacíos y a los vascos preparados para la batalla.

Cuentan que sonaba la txalaparta en los pueblos costeros, cuando se avistaba ballena para salir a la mar.

Cuentan, pero en realidad nadie sabe…

Lo que sí sabemos es que la txalaparta es fiesta y celebración; llega a nosotros ligada a la elaboración de la sidra o las fiestas de boda.

Música y celebración para el final de los trabajos.

Madera contra madera para elaborar el mosto de la sidra con la kirikoketa.

Madera contra madera para celebrar el fin del trabajo con la txalaparta.

Hoy la txalaparta es para el pueblo vasco, símbolo de identidad y como tal, se siente propia, se abre, se mezcla, crece, se expande…. Se vuelve mestiza y se enriquece y así consigue tocar dentro de cada uno y a la vez, ser oída fuera.

Hoy la txalaparta resurge y se muestra. Conquista espacios y está presente en la sociedad. Emociona y aúna con su sonido del principio de los tiempos.
